11 dic 2008

¡Lanzan casi-robismo en otro blog mejor que este!

¡Si! ¡Podeti casi me roba! O sea, el artículo no lo escrbí yo antes, pero casi, o sea, onda que tire algunas pountas medio con el diccionario, pero no está así concreto concreto viste, como para decir "Ah, me robaste", porque no me robó, pero es un artículo que prácticamente podría haber escrito con total tranquilidad, pero no lo hice, pero medio como que sí.
Así que no me voy a poner en "Uyuyuy, me robo", pero esto sirve para aquellos que decían que yo le venía robando y no, no, mirá, el hace cosas que yo podría hacer. Porque además, me viene bárbaro porque esta semana no puedo subir un carajo, entonces como el casi me roba, o sea, es un artículo que podría estar acá lo posteo, así lo leen, y cito la fuente así no es robo, pero casi.

Ah! su blog está en los links abajo a la derecha.

" La música: el arte de combinar los sonidos; el “único placer sensual sin pecado”, como decía un tipo que no me acuerdo como se llama (y porque no escuchó los reggatones esos que dicen “se me calienta la chichi” y cosas así). En fin, ¿qué sería de nuestro mundo sin música? Un páramo estéril, claro que con la ventaja de que no habría músicos, esos pajarones. Sin embargo, no está distante el futuro en que la música pueda hacerse sin músicos. ¿Imposible? No, se puede. ¿Cómo? Muy sencillo: con discos. O con una máquina. Las posibilidades –de máquina- son infinitas: pianolas, cajitas de música, juke-box, el “Simon”, cuneros, carrillones movidos por el viento, monitos a cuerda que tocan los platillos, el flautista y el tamborilero de Vaucanson (le damos un descanso a la Oca), prender una computadora con Windows, darle cacerolas a niños de 2 años, botellas vacías al Tío Osvaldo cuando está borracho, poner un gato en el piano, etc. Para que los científicos se pongan a trabajar seriamente en el tema, expongo una serie de quésecreen de músicos, clasificados por instrumento:

Lo que se cree el Guitarrista: El Guitarrista se cree una especie de máquina de sexo encaramado sobre su propio falo, el mástil de la guitarra, aunque para ser más precisos sería como un onanista exhibicionista. También se cree que es un “héroe”, acabáramos, un “héroe”, qué queda entonces para las Madres de Plaza de Mayo o manuel Belgrano o el Hombre Araña, la cosa es que algún improvisado acuñó la palabra “guitarra heroica” y “solo heroico”, como le llaman a esa serie de escalas pentatónicas de alumno de la Señorita Cunegunda para arriba y para abajo, para arriba y para abajo, para arriba y para abajo. Y como además de creerse héroe se cree lindo, un lindo tipo de héroe, su máxima preocupación no es ensayar o practicar escalas para arriba y para abajo, para arriba y para abajo, para arriba y para abajo sino qué caras va a poner mientras aburre al público con sus digitaciones. ¿Cara de uy uy uy, estoy al borde del orgasmo, mordiéndome el labio inferior –que por cierto, es lo que hace la protagonista de la película porno, no el tipo, pero el pavo no se da cuenta? ¿O cara de uy uy uy, me estoy conectando con los Dioses Primigenios de la Música, ustedes no lo entienden porque son inferiores, con el ceño fruncido y una gota de sudor –falso- brotando de entre las sienes? Para terminar de autoconvencerse de que es sex-symbol y héroe, se pone unos pantalones que le hacen esplotar la entrepierna, una vincha y una camisa con volados el muy pelotudo. No sé qué se cree que es.

Lo que se cree el Cantante: El Cantante, además de ser cantante porque no sabe tocar ni el toc-toc, se cree que no es cantante, o sea un instrumento más del conjunto, no, no, él se cree actor, un actor de un talento muy particuar y limitado que, si ya le cuesta memorizar una letra –no le pidamos cosas como melodía o ritmo- olvidemos por completo la idea de que puede repetir un diálogo en una telenovela de cuarta. Pero eso sí, el es “el actor” del grupo, por eso le dice a los infelices que lo acompañan “ustedes déjenme hablar a mí” en entrevistas, conferencias de prensa y otras careteadas. En el fondo se cree que es como el más “humano” del conjunto, considerando a sus compañeros una especie de robots mitad carne y mitad maquinolas con cables, cuerdas o platillos; por lo cual es el más indicado para comunicarse con el resto de la especie humana, para agradecer los aplausos (aunque tiene el gesto de pedir aplausos para “el resto” de la banda una vez por concierto) y para recibir el cariño físico de las “groupies”. Por si creerse actor y ser humano fuera poco, el cantante se cree que además es el encargado de Interés Visual de la banda, por lo que –ya perdidas las esperanzas de embocar una nota- intenta estafar al espectadorazgo contoneándose sensualmente (por lo menos en su imaginación), disfrazándose de cosas horribles o arrastrándose por el escenario completamente semidesnudo. Afortunadamente sus fans están tan endrogados que a duras penas logran distinguir para qué lado es el escenario o qué hay allí.

Lo que se cree el baterista: El baterista se cree una Fuerza Elemental de la naturaleza, se cree un árbol, se cree la Madre Tierra, se cree el sostén de todo el grupo, padre, hemano mayor y Tío tarambana todo a la vez. “Sin ritmo no hay musica”, se piensa el baterista –lo que es completamente cierto aunque a veces la palabra “ritmo” y “baterista” sigan caminos completamente separados-, y por eso, mirando con paternal desprecio a sus compañeros, se mantiene fuera de estrellatos, divismos y problemas de cartel, sabedor de que es LA figura clave del grupo (lo que no es obstáculo para que LO CAMBIEN CADA DOS SEMANAS; total, atrás de los tamborcitos no lo ve nadie). El baterista se cree que debe adoptar una máscara cómica, alegre, primaria, usar cascos de vikingo y chalecos con flecos, regodearse en la exhibición de su cuerpo macizo y sudado y fingir una extracción popular, como si se tratara del Proletariado del grupo y por tanto el Motor de la Historia. Por eso su aparente humildad de camionero se revela como farsa en el momento de su “Solo de Batería”; allí el baterista se cree que está diciendo “¡Temed, tontolabas que tocan la guitarrita y el pianito! ¡He sido benévolo hasta ahora, pero mediante este Solo demuestro mi Poderío y mi Furia! ¡Soy un Terremoto, soy un Tifón, un Volcán, una Implosión de Rascacielos! ¡Soy Zeus, el Dios del Rayo y mis Músculos Broncíneos pueden derribar el techo de este recinto si me lo propongo!”. En realidad el guitarrista puede eliminar fácilmente la presencia de la batería subiendo una perillita de su equipo, pero el baterista se cree todo eso de recién.

Lo que se cree el Tecladista: El tecladista se cree muy listo, un ser del Futuro que mira con condescendencia al resto de la banda y sus primitivos instrumentos con “cosas” que hacen ruido de verdad. Cree que porque su instrumento tiene miles de botoncitos y teclas y puede hacer ruido de flautines y rayos galácticos, él es un Dios Todopoderoso o un científico loco (como si al pianito lo hubiera inventado él). En la dinámica del grupo, mantiene un silencio profesoral de patriarca sabihondo, como si tuviera muchas cosas para decir pero que lamentablemente ustedes no lo entenderían. Mientras aprieta dos teclitas con absoluto desinterés, para hacer un colchoncete de graves, el tecladista está componiendo mentalmente una variación dodecafónica de una fusión de un arreglo de una orquestación de una versión de una sinfonía de una fuga de un cuarteto de una sonata de Brahmchmaninoff. En definitiva, perdido mentalmente entre claves, semifusas y garrapateas (palabras que los otros pájaros han escuchado alguna vez en la televisión), el tecladista se cree mejor que yo, que vos, que ustedes y que todos nosotros juntos.

Lo que se cree el Bajista: El Bajista se cree el “corazón” del grupo, el que tira para adelante, el que tercia entre los egos de las guitarras y el cantante y mantiene una Sociedad Secreta con el Baterista, una especie de “mediador táctico” entre las diferentes camarillas. A él no le interesa brillar ni actuar, hacer ruidos raritos como el tecladista ni quilombo de barrabrava como el baterista. Él se sabe el meollo, el caracú, el nudo de la historia. Sabe que a nadie le interesa un solo suyo –a menos que esté tocando en un grupo muy muy muy plomo de jazz rock, pero lamentablemente el público está formado por pelados y tipos con barbita candado-, sabe que nadie quiere ser bajista, que sos bajista porque cuando te toca te toca y porque es más difícil conseguir bajistas que paltas a punto, que los “bajistas estrella” como Sting o McCartney son una excepción y lamentablemente el mundo no se mueve gracias a las excepciones; por eso se consuela creyéndose el que tiene la “visión general” del grupo. Se cree que vendría ser, de alguna manera, el que dirige la cosa tras bambalinas. Algo así como una Eminencia Gris, un Svengali, un López Rega, el cerebro que manipula despiadadamente al resto de los integrantes como si se tratara de peones de ajedrez; ni siquiera alfiles, peones. “¡Pull the stirngs! ¡Pull the strings!”, se dice a sí mismo el bajista cada vez que le dice al banana del guitarrista “che, ¿y si hacés trararirarairarai, trarari, trararai, mientras yo hago pumba pum, pumba pum, pumba pum?”, y lanza una carcajada interior, que le hiela la sangre en las venas así mismo mientras mantiene una expresión tranquila y humilde.

Lo que se cree el Saxofonista: El saxofonista es un CANCHERO que se cree que está ahí en el grupo porque lo han invitado desesperadamente, como se invita a un primo divertido a una fiesta que promete ser un velorio. ¿Sabés qué se cree? Se cree el “Bon Vivant” de la música. El tipo se cree que porque su instrumento es dorado y tiene una forma rara todo el mundo lo está mirando a él, así que se viste con un chaleco y una corbatita finita y eventualmente un sombrero y lentes oscuros, para hacernos creer que él anduvo por Chicago o New Orelans y mucho mucho que ver con estos palurdos de jean y zapatillas no tiene, y que viene porque quiere, porque la pasa bien y porque después se va a tomar un “Bourbon” on the rocks y a fumar un habano en un “Lounge” tipo Mondo Bizarro mientras escucha a Martin Denny o a Les Baxter; y si puede va y si no, no, total la música pedorra que tocan estos infelices se puede tocar con o sin saxofón, que sería un “toque” que la mejora un poquito, algo así como la crema en el café o la cereza en la Copa Melba. Aparte ya tiene bastante con encontrar una posición no antiestética de tocar el saxo, lo que ya es MUY jodido.

Lo que se cree el Acordeonista: El Acordeonista se cree que está un paso más allá de estos rockeritos pelilargos que escuchan a Los Ramones. El tipo se cree que porque escuchó dos veces un disco de esos grupos balcánicos tipo Kusturica es un ciudadano del mundo, que está en contacto con todas las culturas, que hoy está en Perú, mañana en Indochina, pasado en un pueblito de Misiones y traspasado en berlín, exprimiendo lo mejor que tiene el Pueblo, la Música de la gente, aprendiendo de la sabiduría milenaria y familiar de un viejito húngaro que toca la zampoña y al margen de la música “comercial”, el “mainstream”, el “top forty”, la “100” y el “ñu-ñu” de los boliches “yes” así que se compra todos esos discos de “Music World” que salen UN HUEVO Y MEDIO y que los editó un productor yanqui desde una oficina con aire acondicionado en Cioral Gables Miami. Mientras toca sus arreglitos de Pipo Pescador, el acordeonista se cree que está en una playa de Canoa Quebrada junto a pequeños mulatos que danzan alegremente, porque para él la música no es un negocio ni un show, es una ceremonia tribal, una ceremonia tribal que para verla hay que pagar sesenta pesos y te mandan al gallinero. "

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja, sin importar quien lo haya escrito, esto es la pura verdad.